Que el Periodismo está de capa caída no hay más que echar una
mirada hacia atrás o recurrir a la hemeroteca y ver cuántos periódicos han
echado el cierre en los últimos tiempos: los diarios Público o Xornal de Galicia son ejemplos
significativos, entre otros muchos.
Al igual que
ha ocurrido en otros sectores, la crisis económica ha golpeado con dureza en las
Redacciones y más de seis mil puestos de trabajo-yo prefiero llamarlos humanamente personas-,
han perdido su empleo en los últimos cuatro años. Y no me refiero sólo a periodistas del “Plus Artículo 48”, sino a Linotipistas,
Teclistas, Perforistas Preferentes y Correctores, Personas en la distribución,
reparto, reparación y montaje, en la
administración, etc.
Por si esta
dramática situación no fuera ya lo suficientemente grave hay que añadir el deterioro
en las condiciones laborales en las que desarrollan su actividad a diario: Periodistas que han
muerto cubriendo con denuedo la noticia en conflictos armados y en cualquier
parte del mundo conocido y desconocido, en los casos más graves; Periódicos que
estorban al Poder Político o Económico y que se han visto constreñidos al más
absoluto silencio; o sencillamente en ruedas de prensa en las que los convocantes sueltan sus peroratas a modo
de soliloquio sin admitir preguntas incómodas, etc.
En el día mundial de la Libertad de Prensa
que se celebró el pasado día 3 de mayo está más presente que nunca el lema: “sin periodistas no hay
periodismo, y sin periodismo no hay democracia”; y viene a ser el
reflejo del grado de deterioro que ha alcanzado el periodismo en estos tiempos
convulsos, afectando indudablemente a la “Libertad de Expresión”.
Razón no le
falta al que fuera director del The New
York Times cuando dijo recientemente en
un foro sobre periodismo celebrado en nuestro País:”No importa para quién escriba uno, o para
qué tipo de medio, lo importante es que
lo escriba”.
Las nuevas
tecnologías han irrumpido con fuerza también en el mundo del periodismo y hay que adaptarse a los nuevos
tiempos, queramos o no. Pero no me diga Usted, estimado lector de prensa que
prefiere la lectura de un periódico digital en la soledad de un indolente ordenador
personal que la placentera y sosegada de su periódico habitual en letra impresa
y acompañado de su café con leche a media mañana. Esta última opción yo no la
cambio por todo el oro del mundo.