“LA MITAD DE LA MITAD”
Del todo a la mitad, esto es lo que nos ha traído,
desgraciada o afortunadamente, la crisis económica; y algunos, viendo el lado
positivo, hasta dicen haber conseguido con ella, ahorrar misteriosamente
algunas de las facturas de sus servicios básicos.
Hablando el
otro día con un amigo mío, del que no tengo en principio que desconfiar, me
comentaba que él, en su casa, había reducido a la mitad el consumo de
electricidad, desenroscando algunas bombillas de las habitaciones: si en una
había una lámpara, por ejemplo, con seis bombillas encendidas, cada una de 40
W, ahora sólo hay tres y de 15; si antes se ponía una lavadora diaria, en una
casa de cuatro almas, incluida la de la abuela, pues ahora se espacia y, a
costa de ser un poquito más guarros, sólo se enchufa los días impares del
mes-excepto los domingos y festivos, que no cuentan-. Hacemos nuestras, por
necesidad económica, no por falta de hambre, las dietas CLM y BLM, o lo que es
lo mismo, comer y beber la mitad de lo que estábamos acostumbrados a hacer
antes de la crisis. Con el agua, pasa tres cuartos de lo mismo. Ya no digamos
de los teléfonos móviles: donde antes en una casa había cuatro o seis para tres
personas, ahora sólo utilizamos uno y compartido, y nada de llamadas tontas,
excepto las urgentes y estrictamente necesarias, usando para ello la
aplicación, gratuita de momento, de los “whatsApp”. Idem ocurre con la factura
de la gasolina y demás gastos superfluos: comunidad, club de golf, náutico,
squash, gimnasio, etc.
Cuando,
finalmente nuestro amigo nos suelta aquello de que: “hasta he conseguido reducir a la mitad las cuotas que mensualmente pago
por mis préstamos, hipotecario y personal, con enviar un simple correo electrónico a mi
banco”, entonces es cuando nos levantamos de la mesa y le diremos, con muy
buenas palabras: amigo mío, de lo que me has contado, “la mitad de la mitad”.
¡No te digo!