día y hora

sábado, 26 de enero de 2013

FILIAS O FOBIAS


FILIAS O FOBIAS

Todos hemos tenido alguna vez uno de estos sentimientos hacia alguna persona, y muchas veces sin mediar una sola palabra con ella. Sucede así, sin desearlo; es un acto involuntario y espontaneo; va en nuestra forma de ser y forjado a fuego en nuestro código genético. Fulanito me cae mal; ¿Pero por qué lo dices, si no lo conoces de nada?; Pues no lo sé realmente, quizás por su forma de cruzar las piernas; Pero eso no es una razón de peso; Ya lo sé, pero es lo primero que se me ha ocurrido.

            Ciertamente tenemos, en ocasiones, filias o fobias sin ningún elemento objetivable ni evaluable científicamente, pero no lo podemos evitar; o tenemos una u otra; ambas son irreconciliables. Pero no sucede lo mismo cuando vemos en los medios a algunos políticos corruptos y merecedores, por lo tanto, de nuestras peores fobias. Por el contrario, debemos ser partícipes de nuestras filias, por ética y dignidad (algo de que carecen muchos políticos y por supuesto todos los que sean corruptos), con las personas que sufren el drama de un desahucio, el paro o los estafados de las preferentes, por ejemplo.

miércoles, 23 de enero de 2013

CARTAS DE UN EXTRABAJADOR DE CAJA DE AHORROS, publicada en La Voz de Galicia, 25-01-2013 y Faro de Vigo, 30-01-2013


CARTAS DE UN EXTRABAJADOR DE CAJA DE AHORROS

Hace dos años un buen amigo, del que no he vuelto a tener noticias, me confió poco antes de marcharse de la entidad donde trabajaba no una, sino dos cartas que había enviado en su día a sus jefes en un momento de su vida, profesional y personal, muy complicado, con el ruego de que, llegado el momento oportuno, un servidor las difundiese en esta sección que tan amablemente nos brinda el periódico. Desde aquella, las guardo como oro en paño y, considerando que ha llegado el momento oportuno, intentaré, con permiso del periódico –el de mi amigo ya lo tengo- no fallarle. En aquellas cartas se quejaba de sus desgracias, y también que sus jefes, en lugar de preocuparse por los verdaderos problemas que acuciaban a sus empleados, lo que estaban era más por asegurarse su salida de la entidad llevándose en su precipitada huída sus indemnizaciones millonarias y planes de pensiones vitalicios. Por supuesto, nunca se dignaron a contestar a ninguna de estas dos cartas.

            Debido a su extensión y al contenido íntimo ciertamente desgarrador de algunos de sus párrafos, no debo ni quiero reproducirlas literalmente, pero sí unas breves reseñas genéricas dedicadas a sus jefes que, a modo de premonición y al mismo tiempo reproche, había escrito y que hoy día cobran, si cabe, más sentido: “Atrás quedaron las alegrías y los despropósitos, las arengas patrióticas en las asambleas generales y los auto convencimientos espurios; las órdenes más inasumibles. Luego llegaron las consecuencias más dramáticas a sus decisiones. Todo era válido. No importaba los medios ni la forma, sino “PREFERENTEMENTE” el fin. Con sus decisiones llevaron a muchos a seguirles y así compartir un frenesí de locura por conseguir unos objetivos cada vez más difíciles de alcanzar”.

            De esta forma doy por cumplido el mandato que mi buen amigo me había encomendado. Lo más íntimo y personal, permítanme, me lo guardaré para mis adentros.

domingo, 20 de enero de 2013

ARBITRAJE ARBITRARIO, publicado en el Faro de Vigo, 27-01-2013


ARBITRAJE ARBITRARIO

En primer lugar, debo indicar que el arbitraje puede ser un medio de resolución extrajudicial de conflictos válido en  muchos casos, pero me temo que en este –en el de las preferentes y subordinadas-, no va a resolver el problema de la inmensa mayoría (más de treinta mil casos pendientes, los que no se han adherido y los que todavía a estas alturas desconocen que son poseedores de aquellos títulos) que todavía tienen su dinero atrapado en estos complejos productos financieros. Pasado el efecto inicial de descorchar el “champagne” con resoluciones favorables a los ahorradores, que no inversores, la esperanza de muchas personas, al igual que las burbujas de este preciado espumoso, se van poco a poco diluyendo en un conflicto que no tendría más recorrido que la devolución del dinero a los titulares. Pero con la espada de Damocles del inminente canje y sus consecuencias, el futuro del arbitraje, con todo la buena voluntad que pudiera tener en principio la Xunta de Galicia que ejerce de mediadora, tiene escaso por no decir nulo recorrido, no quedando otra que ejercer cada perjudicado individualmente su derecho mediante la oportuna demanda judicial, solicitando la anulación de su contrato por vicio de consentimiento. Sorprende en este punto una de las cláusulas que establece el formulario “folla de reclamación” que el Instituto Galego de Consumo pone a disposición de los afectados, en el que dice que el titular “renuncia a calquera outra reclamación contra NCB Banco SA que teñan como causa ou garden relación con estes productos”, aludiendo, evidentemente, a una eventual y legítima reclamación judicial. Sorprende, primero, porque desconocemos el criterio objetivo que está aplicando la entidad denunciada para discernir al inversor de los miles de clientes ahorradores confiados que han sido “invitados” al engaño con la suscripción en su día de estos complejos productos financieros; y en segundo lugar porque nadie puede ser cautivo sine die de una solución que difícilmente llegará con el ritmo actual de las resoluciones diarias que se están dictando. Pero lo más importante, jurídicamente hablando, es que, según reza el artículo 24 de nuestra Constitución, “todos tenemos derecho a obtener la tutela judicial efectiva de los jueces y tribunales en el ejercicio de nuestros derechos e  intereses legítimos, sin que, en ningún caso, pueda producírsenos indefensión”. Leyendo recientemente una sentencia, donde daba la razón al demandante y condenando a una entidad financiera a devolverle todo el dinero invertido en uno de estos productos, argumentaba el juez lo siguiente: “El derecho no puede ser más protector de los astutos que defensor de los confiados”.