Después de haber finalizado esta novela, mi primera novela corta, puede que defraude a
muchos, esperando, tal vez, otra historia. Otros opinarán que es una de tantas
dentro del universo de la literatura, y que no aporta nada nuevo. Y a la mayoría
le resultará que me he excedido en demasía en descripciones largas, no
profundizando en algún personaje que,
sin duda, merecería otro tratamiento.
Recogí el guante que amablemente
me lanzaron algunas entrañables personas, que han hecho una valoración previa de
mi novela, leyéndola detenidamente y con estoicismo, me consta y, en la medida
de lo posible, les hice caso modificando y cambiando algunas cosas. Pero el
fondo del argumento no puedo ni debo cambiarlo, es el que es, mutatis mutandis, y el que ha salido como
manantial cristalino y puro de mi imaginación.
No me atrevo a decir
lo que nuestro premio Nobel, D. Camilo
José Cela, escribió en la nota a la primera edición de su insigne novela “La
colmena” cuando dijo: “La novela no sé si
es realista, o idealista, o naturalista, o costumbrista, o lo que sea. Tampoco
me preocupa demasiado. Que cada cual le ponga la etiqueta que quiera; uno ya
está hecho a todo”.
No, no puedo ni debo decirlo, sería una osadía imperdonable por mi parte.
Tal vez a mí, me haya salido no una novela, sino un relato, un
ensayo, una historia o sencillamente un baturrillo, como quiera que se pueda
denominar lo que he escrito, y sin querer, o pretendiéndolo, consiga confundir
al más pintado. No lo sé. Pero lo que sí puedo decir es que me ha salido libremente,
sin forzar la máquina ni estrujar demasiado la sesera, dejándome llevar por la
imaginación (sustentado por hechos, acontecimientos y datos históricos relevantes, naturalmente)
y, como digo al principio, “esta novela hay que sentirla y escucharla con el
corazón”.
Lo que he escrito, con mis pequeños aciertos y grandes
errores, quizás sea mi primera y última novela, volviendo con la cabeza bien
alta por la senda de mi espacio natural que no es otro que el artículo
periodístico. Soñar con la fama, a estas alturas de la vida, resultaría una
quimera tan imposible como acertar los números del sorteo de la lotería. Espero que me deis vuestra sincera opinión, pronto.