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martes, 27 de diciembre de 2011

FIN DE UN CICLO, artículo publicado en FARO DE VIGO, 30-12-2011

fotocomposición de mi amigo y tocayo Emilio Costas Porteliña
FIN DE UN CICLO
A este año le queda, como dicen algunos, dos telediarios. El mundo corre muy deprisa, demasiado deprisa, y con él nosotros también. Contagiados y arrastrados por la vorágine de secuencias vividas y de los recuerdos pasados nos refugiamos estos días en la familia y en los amigos más cercanos. Es un tiempo de reflexión. Hemos vivido un año ciertamente convulso; las consecuencias de la crisis económica ha echado por tierra las ilusiones de muchas personas; es como si se cerrara un ciclo de nuestra vida y empezara otro lleno de incertidumbre, nada volverá a ser como antes. En lo político, hemos sido testigos del terrorismo despiadado de los “mercados” que ha hecho claudicar a más de un gobierno. Y como sucede en la vida, a río revuelto, unos pocos privilegiados, al margen de los manipuladores, corruptos y embusteros de siempre, han llenado sus bolsillos sin importarles las consecuencias morales y económicas de sus respectivas empresas, organizaciones  o familias. La máxima de Ulpiano, uno de los más grandes creadores del derecho romano clásico no va con ellos cuando tuvo a bien definir lo que era la Justicia con Mayúsculas  “suum cuique tribuere”, dar a cada uno lo suyo.
 Como escribió un buen amigo recientemente en un artículo de prensa “llegará no una sino mil primaveiras máis y la vida volverá a florecer de nuevo”. Comenzará pues un nuevo año en el que habrá que tener la ilusión necesaria para recomponer las estructuras de un puzle que se nos ha caído de las manos y se ha hecho añicos. Heráclito decía que el mundo está caracterizado por constantes contradicciones. Ciertamente el mundo que nos ha tocado vivir 2500 años después es en sí mismo una contradicción en el que el equilibrio, el fiel de la balanza del bien y el mal, de lo justo y de la injusticia está manipulado, haciendo caer el peso hacia la parte más vulnerable. No dejemos que el  desánimo cunda, más allá de la lógica preocupación por un tiempo que está aún por venir y que sin duda  nos deparará mejores oportunidades.

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