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domingo, 18 de noviembre de 2012


AVERÍA MISTERIOSA (RELATO, NO FICCIÓN)
 

Llevaba más de un invierno pasando frío en mi propia casa, mientras mis convencinos disfrutaban del calorcito hogareño. La culpa, una avería misteriosa y pertinaz que el técnico de la calefacción de nuestro edificio no acertaba a descubrir. Aquel, casi desmonta la caldera comunitaria, siguiendo los tubos de la calefacción-los de entrada y de retorno-, hasta llegar justo a la entrada de mi vivienda. Nada, aquella extraña avería impedía que fluyese libre el agua caliente por los radiadores, a lo sumo que se consiguió fue un hilillo de agua, más bien tibia, que los calentaba tímida y parcialmente.
            Después de analizar el problema, el frustrado técnico ya derrotado, me suelta, sin mucha convicción, lo siguiente: "Yo creo que el problema lo tiene usted, en su propia vivienda". Imaginando la supuesta causa de la avería me explicó, a modo de ejemplo, el problema que padecen muchas personas con el colesterol, no sé muy bien por qué.

            Yo me quedé más helado que mis radiadores, y, al mismo tiempo, preocupado por esta dolencia que, al parecer, padecían en algún punto recóndito los tubos del circuito de la calefacción. No tuve más remedio que requerir los servicios de un fontanero para desmontar uno a uno los radiadores; pero aquél, cuando acabó el trabajo concluyó: "El problema no lo tiene usted, quiero decir, no está en su vivienda, sino en algún lugar misterioso del circuito comunitario, porque estos radiadores están perfectamente". ¡Y vuelta a empezar otra vez!

            Hasta que, por fin, este otoño, cuando el arranque general, apareció por mi vivienda el técnico de la calefacción de la comunidad (no el mismo de antes), quien después de bajar a la caldera y seguir como un perro sabueso la tubería comunitaria-la de entrada y la de retorno-, al final del recorrido, justo antes de llegar a mi vivienda, fijó su mirada en una de las tuberías generales comunitarias, sacó un simple destornillador, desajustó un tornillo de nada y ¡Voila!, volvió a fluir como un manantial el agua por el circuito, y con ello llegó nuevamente el calor a mi hogar, como el turrón en Navidad.

            Moraleja: “Para un técnico “artista” no hay avería, por muy misteriosa, que se le resista.

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