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miércoles, 23 de enero de 2013

CARTAS DE UN EXTRABAJADOR DE CAJA DE AHORROS, publicada en La Voz de Galicia, 25-01-2013 y Faro de Vigo, 30-01-2013


CARTAS DE UN EXTRABAJADOR DE CAJA DE AHORROS

Hace dos años un buen amigo, del que no he vuelto a tener noticias, me confió poco antes de marcharse de la entidad donde trabajaba no una, sino dos cartas que había enviado en su día a sus jefes en un momento de su vida, profesional y personal, muy complicado, con el ruego de que, llegado el momento oportuno, un servidor las difundiese en esta sección que tan amablemente nos brinda el periódico. Desde aquella, las guardo como oro en paño y, considerando que ha llegado el momento oportuno, intentaré, con permiso del periódico –el de mi amigo ya lo tengo- no fallarle. En aquellas cartas se quejaba de sus desgracias, y también que sus jefes, en lugar de preocuparse por los verdaderos problemas que acuciaban a sus empleados, lo que estaban era más por asegurarse su salida de la entidad llevándose en su precipitada huída sus indemnizaciones millonarias y planes de pensiones vitalicios. Por supuesto, nunca se dignaron a contestar a ninguna de estas dos cartas.

            Debido a su extensión y al contenido íntimo ciertamente desgarrador de algunos de sus párrafos, no debo ni quiero reproducirlas literalmente, pero sí unas breves reseñas genéricas dedicadas a sus jefes que, a modo de premonición y al mismo tiempo reproche, había escrito y que hoy día cobran, si cabe, más sentido: “Atrás quedaron las alegrías y los despropósitos, las arengas patrióticas en las asambleas generales y los auto convencimientos espurios; las órdenes más inasumibles. Luego llegaron las consecuencias más dramáticas a sus decisiones. Todo era válido. No importaba los medios ni la forma, sino “PREFERENTEMENTE” el fin. Con sus decisiones llevaron a muchos a seguirles y así compartir un frenesí de locura por conseguir unos objetivos cada vez más difíciles de alcanzar”.

            De esta forma doy por cumplido el mandato que mi buen amigo me había encomendado. Lo más íntimo y personal, permítanme, me lo guardaré para mis adentros.

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