LA IMPORTANCIA DE UNA COMA
No es ninguna novedad que este signo ortográfico, al que
pocos le dan la importancia que verdaderamente se merece, puede variar el
sentido de una frase dependiendo donde se ponga, naturalmente; al igual que un
accidente geográfico fortuito y excepcional puede alterar el curso normal del
cauce de un río.
Analicemos a
continuación dos de las frases dichas, no hace mucho, por un político (candidato
en su día a presidente de gobierno), y por un insigne y defenestrado
empresario, tanto en mítines como en comparecencias públicas, y reproducidas en los medios de comunicación
después con mejor o peor estilo:
“No vamos a subir los impuestos”. Esta frase la repitió hasta la saciedad el Sr.
Rajoy en la campaña electoral, antes, lógicamente, de ser investido presidente
del gobierno. Pero lo que realmente quiso decir en su día fue lo siguiente: “No,
vamos a subir los impuestos”; como así finalmente ha sucedido
subiéndolos y de qué manera, tanto los directos como los indirectos, una vez
instalado cómodamente en la Moncloa. Lo que sucede es que la segunda frase sólo
la entendimos unos pocos iluminados que apreciamos, más que el resto de los
mortales, el auténtico significado de una coma.
La segunda frase, o perla, según se
mire, corresponde a un empresario, pero no a uno cualquiera, sino al que fuera en su día
presidente de los empresarios españoles, el señor Díaz Ferrán, nada más y nada
menos. Ante la pregunta de un avezado periodista: algunos expertos opinan que en España hay que ajustar todavía más los
salarios y el tiempo de la jornada laboral para ser más competitivos; otros
opinan todo lo contrario, y que con estas medidas, las primeras y las segundas,
saldremos de esta puñetera recesión económica que estamos padeciendo cuando le
venga en gana a los mercados, más tarde que pronto, eso es cierto. ¿Qué opina
usted al respecto? A lo que el intachable y honorable empresario contestó:
“No
hay que trabajar más y ganar menos…. para ser más competitivos”, dejando
a todos los presentes estupefactos y confundidos; cuando realmente lo que quiso
decir y dijo finalmente, desdiciéndose de su frase anterior, con la rotundez
que lo caracterizaba, fue lo siguiente: “No, hay que trabajar más y ganar menos….para
ser más competitivos”, ante el alivio de los empresarios presentes y el
cabreo de los trabajadores no presentes
pero aludidos directamente.
Lo dicho,
sólo unos cuantos sabemos darle a nuestro signo ortográfico la importancia que
se merece, como los buenos jugadores conocen el momento oportuno para utilizar
convenientemente el enroque en una partida de ajedrez. Así sea.
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