LAS CAPAS DE LA CEBOLLA
De una buena amiga aprendí una vez que nada mejor que
utilizar periódicos para tapar los restos orgánicos, o no, -porque lo de
reciclar es una facultad discrecional que de momento no es obligatoria, y que
cada uno la usa como le venga en gana-, que depositamos en la bolsa del cubo de
basura durante el día antes de bajarla por la noche y no antes, como indican
las ordenanzas y el sentido común, al contenedor municipal. Cuanto más comamos,
más basura generamos y, en consecuencia, más páginas de periódicos harán falta
para tapar nuestros desechos.
He de decir
que siempre pongo periódicos atrasados, nunca los del día, a pesar que, a
menudo, me veo tentado a hacerlo viendo, nada más comprar la prensa, las
portadas donde casos de presunta corrupción destacan, día sí y otro también, en
grandes titulares nuestros periódicos y que salpican indistintamente a
políticos- los que más-, pero también empresarios, banqueros, policía, gente
ilustre, y un largo etcétera, porque algunos particulares no llegamos a
alcanzar aquella categoría superior y nos quedamos en un escalafón más bajo, a
lo sumo, en simples corruptelas sin malicia.
Algún día,
reconozco, he llegado a llenar, capa a capa con hojas de periódicos, hasta dos
cubos de basura diarios, y no precisamente porque haya comido más de lo
acostumbrado, utilizando los de toda una semana, incluidos suplementos; y hasta
he tenido que bajar al bar de la esquina para pedir refuerzos, donde suele
haber hasta seis diferentes.
Ya sé que
esta costumbre que una amiga me contagió hace tiempo no está bien porque, como
reza a modo de súplica en la parte superior de la contraportada de algún
periódico: ¡Recíclame!; este es susceptible de reciclarse, como Dios manda, dejándolo
en el contenedor azul que para tal fin ponen en la calle a nuestra disposición
los ayuntamientos. Pero: Qué mejor que utilizar las páginas de un periódico
para tapar con nuestra propia basura generada, capa a capa, página a página,
los casos de presunta corrupción que aquellos nos muestran en portadas,
faldones o columnas de opinión.
Lo que sucede es que cuantas más
páginas superpuestas pongamos, como las capas de la cebolla, más nos dan ganas
de llorar……de rabia.
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