YO NO DIMATO
Pero, por qué es tan
difícil para un político conjugar el presente de indicativo del verbo DIMITIR,
con lo fácil que es. Aunque anteponiendo en todo momento la palabra
presunto(a), no es menos cierto que, si existen fundadas sospechas de que algún
político haya metido la mano, ensobrado algún dinerillo de dudosa procedencia,
o puesto el cazo en la COSA PÚBLICA debería, por decencia política y por su
propia vergüenza, dimitir; más aún si ha sido imputado judicialmente.
Ahora resulta
que nadie es culpable de nada, sacudiéndose su mal fario echándole la culpa al
vecino de las filas de la oposición o incluso a los de su propio partido, y
para ello todo es válido, utilizando, si es preciso, las más burdas y
chapuceras técnicas de espionaje, mientras
los unos y los otros se desentienden de los verdaderos problemas de quienes les
han votado o ignorado en las urnas, avivando el mosqueo y cabreo generalizados.
Por todo ello sugiero que, junto con una copia del Reglamento
de las Cámaras, se les faciliten a sus señorías un libro de gramática
elemental.
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