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viernes, 26 de abril de 2013

Breve Sinfonía de Otoño


Después de haber finalizado esta novela, mi  primera novela corta, puede que defraude a muchos, esperando, tal vez, otra historia. Otros opinarán que es una de tantas dentro del universo de la literatura, y que no aporta nada nuevo. Y a la mayoría le resultará que me he excedido en demasía en descripciones largas, no profundizando en algún  personaje que, sin duda, merecería otro tratamiento.
 Recogí el guante que amablemente me lanzaron algunas entrañables personas, que han hecho una valoración previa de mi novela, leyéndola detenidamente y con estoicismo, me consta y, en la medida de lo posible, les hice caso modificando y cambiando algunas cosas. Pero el fondo del argumento no puedo ni debo cambiarlo, es el que es, mutatis mutandis, y el que ha salido como manantial cristalino y puro de mi imaginación.
No  me atrevo a decir lo que nuestro premio Nobel,  D. Camilo José Cela, escribió en la nota a la primera edición de su insigne novela “La colmena” cuando dijo: “La novela no sé si es realista, o idealista, o naturalista, o costumbrista, o lo que sea. Tampoco me preocupa demasiado. Que cada cual le ponga la etiqueta que quiera; uno ya está hecho a todo”.
 No, no puedo ni debo decirlo, sería una osadía imperdonable por mi parte.
Tal vez a mí, me haya salido no una novela, sino un relato, un ensayo, una historia o sencillamente un baturrillo, como quiera que se pueda denominar lo que he escrito, y sin querer, o pretendiéndolo, consiga confundir al más pintado. No lo sé. Pero lo que sí puedo decir es que me ha salido libremente, sin forzar la máquina ni estrujar demasiado la sesera, dejándome llevar por la imaginación (sustentado por hechos, acontecimientos y datos históricos relevantes, naturalmente) y, como digo al principio, “esta novela hay que sentirla y escucharla con el corazón”.
Lo que he escrito, con mis pequeños aciertos y grandes errores, quizás sea mi primera y última novela, volviendo con la cabeza bien alta por la senda de mi espacio natural que no es otro que el artículo periodístico. Soñar con la fama, a estas alturas de la vida, resultaría una quimera tan imposible como acertar los números del sorteo de la lotería. Espero que me deis vuestra sincera opinión, pronto.

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