día y hora

domingo, 2 de junio de 2013

EL PUENTE Y LOS DENTISTAS


EL PUENTE Y LOS DENTISTAS

Es cierto que, a veces, tenemos temores infundados, irracionales fruto, tal vez, de una mala experiencia pasada, que quedan grabados  en nuestras neuronas y son susceptibles de transmitirse, por ejemplo, a tu descendencia, incrustándolo en tu código genético, en tu ADN.

            Ir al dentista no tiene, en principio, por qué ser peor que acudir a tu asesor fiscal y que te diga que te toca pagar este año 1.500 euros del ala en la declaración de la renta. Muchas veces nos preocupamos en exceso anticipándonos a eventuales e infundados infortunios. Entonces no nos queda más remedio que echar mano de aquel proverbio chino que dice: Si un problema no tiene solución, ¿para qué preocuparse?; y si lo tiene, ídem. Todo esto lo pienso con los ojos cerrados, disfrutando del último sueño placentero antes de que alguien te despierte, apremiándote, y te recuerde: ¡A ver, que no llegamos al dentista, ya sabes que hoy te toca hacer la endodoncia y un puente!

            Yo, que para ir al dentista soy más cagueta que otra cosa, cierro los ojos, me autosugestiono, respiro lenta y profundamente, caigo en trance, mientras repito la frase que Julio César, emperador de la antigua Roma, dicen que dijo en su obra Comentarios a la guerra de las Galias: “Cuando lleguemos a ese río, ya hablaremos de ese puente”.

Lo dicho, hay que tomarse las cosas con calma, todo a su debido tiempo.

No hay comentarios: