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domingo, 2 de junio de 2013

Cuñas publicitarias de O.N.L.A.E. y O.N.C.E.


CUÑAS PUBLICITARIAS

Apuro mi café con leche en el desayuno mientras espero por las noticias de las ocho. Antes, una batería machacona de cuñas publicitarias, a las que algunos no le prestamos ni la más mínima atención, inunda las ondas. Intentas abstraerte, sorbiendo el café con leche que está a punto de quemarte la tráquea de lo caliente que está. Algunas de estas cuñas publicitarias te pueden producir una acidez en el estómago debido a que, a fuerza de escucharlas una y otra vez, te quedan grabadas en tu memoria e, inconscientemente, aunque no lo quieras, llegas hasta tararear por lo bajo algunas de las canciones que acompañan al mensaje. Las cuñas publicitarias son como alienígenas que intentan, poco a poco, abducirte la poca sesera que aún te queda disponible en tu disco duro. El mensaje de algunos de estos anuncios no puede ser más frívolo, como, por ejemplo, el de la O.N.C.E. o el del Organismo Nacional de Loterías y Apuestas del Estado, más conocido, este último, por el acrónimo de O.N.L.A.E., en el que se nos invita a participar en unos juegos y apuestas bendecidos por el gran casino en que se ha convertido el Estado y que, debido al factor matemático y exponencial de la probabilidad estadística –algunos le llaman azar-, ni usted ni yo ni la inmensa mayoría de los mortales llegaremos a conseguir jamás un premio, a lo sumo un reintegro de pascuas en viernes para seguir……jugando adorando, de esta forma, al vellocino de oro al que algunos se agarran como a un clavo ardiendo. Cambio de emisora y vuelvo a escuchar los mismos anuncios Ofensivos, Nimios, Lacios, Anodinos y Estúpidos. De nuevo muevo el dial y me sale la emisora oficial del Reino, y escucho a una sarta de contertulios opinando de todo, sabiendo de todo, como auténticas enciclopedias del conocimiento, y lanzando diatribas a diestro y siniestro. Me impaciento y me cabreo, al mismo tiempo que me cae una gota de café en el cuello de la camisa recién lavada y planchada. Entonces, para alegrarme el día, me acordé de la siguiente frase ocurrente que me soltó un amigo hace poco, en relación a la poca gracia de la que hacen gala algunos tertulianos, políticos y, por supuesto, cuñas publicitarias: “Onde non hai, N’ONLAE”.

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