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lunes, 1 de julio de 2013

Una cura de humildad, publicada en el Faro de Vigo, 8-07-13 (edición digital)



UNA CURA DE HUMILDAD 

Nadie, ni uno mismo, debería considerarse el más listo de la clase, ni el más guapo (tampoco el más feo). Aunque tengamos nuestras fantasías o aspiraciones, o complejos, debemos aterrizar de vez en cuando poniendo nuestros pies en el suelo, y no estar suspendidos constantemente en las nubes. La pólvora hace mucho tiempo que fue inventada y a lo más que podemos aspirar es a ver cumplidos, algún día, nuestros deseos más lascivos. Digo más, es necesario que alguien nos despierte de nuestras efímeras ilusiones y nos haga ver que las cosas, a menudo, no son como nos las pintan, y que tenemos que mordernos, más de una vez, los labios, apretando bien los dientes, antes de creernos mejores que los demás.

                Por poner un ejemplo reciente, es lo que ha sucedido con la selección española de fútbol que ocupando, en estos momentos,  el número uno en el ranquing de la FIFA, era la envidia y el ejemplo a seguir por las demás selecciones. Hasta que la Canarinha nos hizo morder el césped del Maracaná.

                Si uno no es capaz de practicarse, de vez en cuando, una cura de humildad, nada más aconsejable que acudir a un buen amigo, al que con frecuencia ignoramos, para que nos cure las heridas que nuestro orgullo no nos deja apreciar.

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