¡AY, PENA, PENITA, PENA!
La letra de esta conocida copla, que compusieron a mediados
del pasado siglo (más o menos) Quintero, León y Quiroga, y que la
popularizaron, entre otros, Concha Piquer y Miguel Molina, suena como una
premonición de lo que ha sucedido o puede suceder a algunos de nuestros más
ilustres personajes -pertenezcan o no al mundo de la farándula- y que están todos los días en la parrilla de
salida de los medios de comunicación –los que consideramos serios y los que no-
y protagonistas también del papel couché, alimentando el circo mediático y el
morbo generalizado de los que, sin pena ni gloria, formamos parte de este valle
de lágrimas. Como en la letra de esta famosa copla, una mujer fatal, una viuda
negra o simplemente una mujer de raza se lamenta de ser la causa de todas las
desgracias del hombre al que ama: “Si en
el firmamento yo tuviera/esta noche negra lo mismo que un pozo/con un
cuchillito de luna lunera/cortaría los hierros de tu calabozo”. La pena o
condena –en este caso penita- que le ha caído a la tonadillera, la viuda negra
de España, la Pantoja, por sus tejemanejes blanqueando, no precisamente las
sábanas de su dormitorio, y que ha supuesto, ni uno más ni uno menos, que veinticuatro
meses, ¡que exactitud!, le ha liberado, de momento, de estar los próximos días,
con sus noches luneras en el trullo, so pena de reincidir; mientras a su
expareja le han caído siete añitos del ala y a la sombra, no de los pinos
precisamente, ahogando las penas en el recuerdo de aquellos días inolvidables
en El Rocío, preguntándose una y otra vez, ¿ha merecido la pena?, y a la espera
de otros juicios pendientes que, presumiblemente, harán engrosar aún más la
suma de la -¡ay, pena, penita, pena! hasta quedar más preso y atrapado que un
engañado suscriptor de preferentes y subordinadas, estas últimas con o sin vencimiento.
¿Ocurrirá
realmente lo mismo con otros personajes, en la mente de todos, haciendo valer
de una vez por todas aquello que dice nuestra Constitución en su artículo 14 y
que algunos entienden a duras penas:”Todos somos iguales ante la ley……..”?; lo
contrario, sería de pena.
“Me duelen los ojos de mirar sin
verte/reniego de mí/que tienen la culpa de tu mala suerte/mis rosas de abril”.
Pues eso, hay que echarle la culpa al mes de abril, por cargarle el muerto a
alguien; y como es de sobra conocido, en abril aguas mil.
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