De diputado a imputado
¿Cuántos casos de
políticos hemos conocido, conocemos y conoceremos que, después de
llenarse la boca con promesas en campañas electorales y alcanzar, al
fin, el tan codiciado cargo de diputado y, por lo tanto,
parlamentario, nacional o autonómico, eso da lo mismo, gracias a
una permisiva Ley General Electoral, han sucumbido a la llamada del
poder económico y la corrupción políticas? A algunos, la Justicia,
los han pillado con las manos en la masa, se arrepienten y se van por
donde han venido, lejos de la política. Pero otros, en cambio,
siguen erre que erre con sus tejemanejes, no se dan por aludidos y lo
que es peor, su Partido, sencillamente, los oculta una temporada en
el banquillo a la espera que amaine el chaparrón. Menos mal que
todavía hay Jueces con mayúsculas que, sin importarles cualquier
otra condición o circunstancia personal o social del presunto
culpable, los ponen en cintura y, cuando menos, habiendo indicios
suficientes, los imputan. El susto, por lo menos, no se lo va a
quitar nadie y, si tienen un poquito de vergüenza, se irán con el
rabo entre las piernas, además de sufrir el merecido escarnio
público y mediático.
Las aguas bajan turbias
en un país acostumbrado a reír las gracias y hacer la vista gorda a
sus políticos, incluso a los que considerábamos, sencillamente
entrañables, honorables o intachables.
Ya es hora de que
exijamos a los políticos que se dediquen, de una vez por todas, a su
trabajo, que no es otro que ofrecer un buen servicio público a los
ciudadanos, mejorando sus condiciones de vida y, por supuesto,
dando ejemplo de profesionalidad y honestidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario