DAR PALOS DE CIEGO
Ahora resulta que hemos estado desde que empezó la crisis
económica en una habitación oscura, a tientas, provocándonos esguinces en los
dedos de las manos y moratones en la frente dándonos de bruces contra las
paredes y estanterías.
Nos han
hecho creer que era urgente y necesaria una reforma laboral de gran calado para
relanzar nuestra economía, y para lo único que está sirviendo es para que
algunos cambien de fondo de armario deshaciéndose de prendas de vestir que
habían quedado obsoletas y desfasadas para los tiempos que corren; y de paso
cargarse de un plumazo a ciertos “elementos”
torticeros e incómodos.
No hizo
falta que el G8, ni el G20, ni María Santísima nos lo dijera. Hemos sido
nosotros mismos que de repente nos hemos acordado que en la habitación había un
interruptor de la luz al que no le prestamos demasiada importancia; y ¡voilá!,
ahí estábamos, en el búnker acorazado de un gran banco, lleno de cajas de
seguridad abiertas y desvalijadas, mostrándonos el reguero de billetes, como si
de pólvora se tratase, que habían dejado en su huída algunos de nuestros más
ilustres y honrados conciudadanos.
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