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domingo, 19 de agosto de 2012

EN LA BARRA DEL BAR- Relatos do verán-Publicado en El Correo Gallego, 26-08-2012


EN LA BARRA DEL BAR

Los que acostumbramos a tomar café en la barra de un bar conocemos bien los motivos de la guerra oculta que se libra, a veces, intramuros. Con sólo mirar a los camareros nos damos cuenta de la calidad del café que te van a servir. La rabia contenida fuera de los límites de la barra se transforma dentro del mostrador en una guerra de guerrillas sin límites; miradas mutuas que cortan el ambiente; empujones y pellizcos cuando no dardos envenenados en forma de exabruptos y miradas encendidas.

            Pero no puedes evitar ser un espectador privilegiado ante tanta tensión que se palpa en el ambiente. Y tú, en medio del fuego enemigo, como un casco azul de la ONU, te encuentras con el siguiente dilema: optar por una intervención sutil y pacífica, corriendo el riesgo que, entre el fuego cruzado, viertan sobre ti, no ya la ira o la indiferencia, sino el café que con tanto cariño pretendías tomar pacíficamente, o largarte sin más dejando el líquido elemento a medias y mascullando para tus adentros cualquier frase irreproducible. Ya ni te atreves a pedir el azucarillo que no te han puesto, ni menos aún el detalle que sí han servido a tu vecino y con el que suelen agasajar a los clientes en ocasiones, un  churro más tieso que un palo que sólo se vuelve dúctil cuando se sumerge –el churro- en el café con leche calentito.

            Ahora sabemos que la culpa a tanta tensión acumulada en la barra del bar la tienen algunos clientes impacientes e incalificables que siempre pretenden ser ellos los primeros en ser atendidos, incluso antes de que entren por la puerta del establecimiento, mostrando, de esta forma, la mala educación que no tienen en sus casas, y provocando el nerviosismo, la mala leche y el desasosiego de nuestros amigos los camareros.


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