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lunes, 27 de febrero de 2012

UNOS TANTO Y OTROS TAN POCO -Publicado en el diario El Progreso de Lugo, 6-03-2012 y Faro de Vigo, 13-06-2012-

dende a illa de Ons, ao fondo as illas Cíes

La crisis económica se está cebando con las personas que menos tienen. Más que una percepción personal o estadística es un hecho cotidiano y palpable. Cada vez hay más desempleo y de larga duración, y el número de hogares con todos sus miembros en el paro aumenta exponencialmente sin vislumbrar una solución a corto y medio plazo. Existen también los denominados trabajadores pobres que son los que tienen trabajo pero están por debajo del umbral de pobreza (cerca del 21% de la población residente en España). La reaparición en nuestras vidas del denominado “hurto  famélico”, que es aquel que se produce cuando lo que se roba son artículos de primera necesidad es un indicador evidente de que hay algo que no funciona en nuestra sociedad. Nos estamos acostumbrando, cada vez más a una sociedad depauperada, y la desigualdad, cada vez mayor, parece ser moneda de cambio en nuestras vidas. No le echemos la culpa, pues, a este o aquel Gobierno. O sí. Pero algo tendremos que hacer para que esta enorme brecha que se está produciendo en nuestra sociedad, a modo de falla tectónica, no sea la antesala de un futuro terremoto de incalculables consecuencias sociales. El Estado tiene la obligación legal y moral de reducir estas diferencias entre los que tienen unos ingresos desproporcionadamente elevados y los que se  encuentran con unos exiguos recursos económicos. Los pobres lo son cada vez más y crece el índice de pobreza en nuestro país  proporcionalmente  al número de personas sin escrúpulos que aprovechan esta circunstancia para enriquecerse sin importarles lo más mínimo las miserias de los demás. Por eso, cuando escuchamos y leemos los casos que se están conociendo de corrupción política o económica, por todos conocidos, o los bonus exageradamente elevados de responsables financieros, tenemos la sensación, como dijo Tito Macio Plauto, un comediógrafo latino (254a.C.):”Homo homini  lupus”, que el hombre es un lobo cuando desconoce quién es el otro. Es mirar para otro lado. Es desconfiar de todos y de todo. Es hacernos más indolentes y más inseguros si cabe. Es hundirnos en lo más profundo de nuestro egoísmo y volvernos irremediablemente misántropos. Es, en definitiva, el lamento desgarrado de la sordidez humana. Unos tanto,…..y otros tan poco.

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