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lunes, 17 de octubre de 2011

artículo publicado Atlántico Diario, 7 agosto 2011- Depredarores, especuladores y caza recompensas

                             DEPREDADORES ESPECULADORES Y CAZA RECOMPENSAS


Estamos estos días asistiendo a un ataque especulativo de los “mercados” financieros a las deudas soberanas de países como España e Italia. También estamos cansados de leer y escuchar términos indeterminados como “prima de riesgo”, “agencias de calificación”, etc. Sabemos que los “mercados” lo forman un conglomerado de depredadores especuladores como son : Fondos de inversión colectiva, fondos de pensiones, fondos soberanos de países ricos en materia prima y fondos de inversión de alto riesgo o hedge funds que, aunque más pequeños por su tamaño, son los más influyentes. Pero no olvidemos que detrás de esos “mercados” existen personas con nombres y apellidos . Algunas de estas personas, son propietarias de fondos de inversión especulativos (Hedge Funds) que nacieron en los años sesenta para favorecer a las grandes fortunas de EE.UU, utilizando estrategias de inversión de alto riesgo. Pues bien, estos personajes que son los que mueven el mundo financiero, y en definitiva influyen en nuestras vidas, invierten en negocios apetecibles a priori por su valor inicial, pero en cuanto no obtengan la rentabilidad deseada, no dudan en abandonarlos a la suerte de los mercados para que otros depredadores especulativos, estos de segundo nivel, aprovechen  los restos, continuando de esta forma con la cadena trófica. Estas personas son capaces de hacer tambalear las bolsas de cualquier país provocando un grave deterioro en la solvencia de sus deudas  soberanas , trasladando esta situación al eslabón más débil de la cadena trófica, o sea nosotros. Todas estas operaciones especulativas cuentan con el beneplácito de las agencias de calificación (qué casualidad) también americanas, Fitch, Moody’s y S&P. Estos depredadores especulativos se sirven de los llamados “caza recompensas”, personas a sueldo que materializan las órdenes de aquellos, que no dudan también en abandonar el barco cuando este se dirige sin control contra las rocas. Por eso, cuando leemos que algunos de estos nombres invierten  o quieren invertir, por ejemplo, en las defenestradas Cajas de Ahorros españolas, echémonos a temblar y que Dios nos coja confesados.

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