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domingo, 27 de enero de 2013

DERECHO AL PATALEO, publicado en El Correo Gallego, 2-02-2013


DERECHO AL PATALEO

Cuentan que, antiguamente, en la Universidad de Salamanca, los alumnos más pobres tenían que calentar los asientos de los más ricos una hora antes de empezar las clases para, luego, retirarse a los pupitres más fríos del fondo; por ello, consiguieron de las autoridades académicas el “derecho al pataleo” durante los cinco minutos previos y, de esta forma, calentar un poco sus gélidos y entumecidos cuerpos.

Esta forma ecológica de calentarse la tenemos también hoy día. Viendo los casos de corrupción política que salpica nuestra geografía, los más sobrados económicamente -incluidos los políticos presuntamente corruptos-, sólo nos permiten a los ciudadanos este derecho al pataleo dejándonos asitir a cuantas manifestaciones se convoquen o formando parte  de las plataformas ciudadanas en defensa de los más necesitados, pero no nos dejan poner nuestro frío culo en las poltronas calentitas de sus escaños. La forma de representación política actual establecida en la ley orgánica del Régimen Electoral General española favorece a los grandes partidos políticos que, alternándose cíclicamente en el poder, tapan, de este modo mutuamente sus vergüenzas, retroalimentando una corrupción que, por consentida en el tiempo, se ha convertido en parte consustancial de aquéllos. A lo sumo dejan que, de vez en cuando, alguien se siente cerca de la primera fila del hemiciclo y pruebe las mieles del poder para después indicarle, con una palmadita en la espalda, el camino de salida con estas palabras: “Es mejor que no te acostumbres demasiado porque puedes cogerle gustito y desplazarme algún día; estás más calentito fuera, con los tuyos, pataleando en la calle”; o llorando de rabia e impotencia en la soledad de tus cuatro paredes, que es otra forma ecológica de calentarse en silencio.

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