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miércoles, 30 de enero de 2013

EN SILENCIO, POR FAVOR, publicado en el Diario de Pontevedra, 01-02-2013


EN SILENCIO, POR FAVOR

Vivimos rodeados constantemente de ruidos. Mientras dormimos, escuchamos los ruidos del vecino cuanto tira compulsivamente de la cisterna del baño después de una noche complicada. En la calle, nos aturde el ruido de los coches, el de las ambulancias (lleven o no enfermos), el de la vida misma que aflora violentamente en nuestras calles cuando cruzamos el semáforo en hora punta. En la cafetería, cuando soportamos estoicamente las conversaciones vocingleras de los vecinos de mesa, cuando lo que más deseas es tomar en paz el desayuno y echarle un ojo a la prensa. Cuando ponemos la televisión durante el almuerzo y sólo escuchamos las imbecilidades de algunos políticos, elevadas de tono, escenificando una pantomima que ni ellos mismos se lo creen. Cuando volvemos por la noche a casa, derrotados después de un duro día de trabajo y oímos el puñetero taladro del vecino que debe tener su casa llena de tantos agujeros como un queso gruyere. Cuando intentamos por fin conciliar el sueño y escuchamos, a media noche, el ruido extemporáneo de una enferma lavadora quejumbrosa, que proviene del rellano donde tu vivienda, y que retumba como un Airbus A300 a punto de despegar. En fin, demasiado ruido.

            Cuentan que el peluquero de Alejandro Magno le preguntó un día: ¿Cómo queréis que os corte el pelo? En silencio, por favor, le contestó. Pues eso.

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