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martes, 20 de marzo de 2012

EL "TIRAMILLAS DE MOLINA"

praia de Agrelo, Cela, Bueu

EL  “TIRAMILLAS  DE MOLINA” 

Ahora, con el tiempo transcurrido, me pregunto: ¿Cómo se llamó realmente esta persona al que cariñosamente, o no, mis vecinos lo apodaron como “Molina? La verdad importa bien poco en este momento, porque lo que me interesa describir no es el cómo sino el quién, a la hora de dedicarle estas merecidas palabras.
            Lo del apodo es bien sencillo de entender. Hace ya 20 años que falleció ese cantaor de requiebros y falsetes imposibles, que cantó y popularizó con tanto sentimiento canciones como “soy minero”,adiós a España”, o “yo quiero ser mataor”; y que se llamó Antonio Molina; y el “Molina” de mi pueblo cantaba con esa afinación y entonación digno del mejor Antonio Molina de la copla.
            Lo de “tiramillas”, también es fácil de explicar. Recorría con asiduidad cantando, largas distancias, desde un extremo al otro del pueblo; subía a los lugares más apartados de las parroquias, descendía hasta la playa, atravesaba  el centro de la villa con esa alegría, a menudo con “demasiada alegría”; pero nunca jamás dejó que esta circunstancia fuera obstáculo para el más mínimo desafino. Lo mismo te cantaba una copla que una gallegada, porque aquí lo que importaba realmente no era el qué sino el cómo. Y cuando lo veías, perdón, lo escuchabas en la lejanía aproximarse, porque su voz y su arte eran inconfundibles, decías: ¡Ya viene por ahí Molina!
            A otras personas sé que no, pero a mí siempre me interesó su arte; cómo entonaba manteniendo los agudos con esa “apnea musical” infinita y contenida; y nunca me fijé demasiado en cómo iba vestido o su aspecto  a veces desaliñado. En ocasiones, cuando paseaba por el pueblo y la gente se le acercaba, él se detenía orgulloso y, con los ojos cerrados, echaba mano de todo su arte y  repertorio, dedicándole al respetable sus mejores canciones. Algunos se burlaban; pero yo quedaba escuchándole, prestando la atención que se merecía el artista, mi tiramillas particular, y decía para mis adentros: ¡Qué bien cantas Molina!

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