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domingo, 18 de marzo de 2012

PUÑALADAS TRAPERAS (Artículo periodístico)-Publicado en El Correo Gallego, 22-03-2012-

nubes dende o noso ático en Beluso

PUÑALADAS  TRAPERAS

Vaya por delante que no me interesa lo más mínimo las frivolidades de la prensa del corazón, de continente fingido y contenido cuestionable. Pero el otro día, mientras estaba esperando a que me atendiese mi amigo Manolo, el peluquero, cayó en mis manos una de estas revistas. En ella había dos noticias que me llamaron la atención, y que me dio pie para este artículo. En una, el periodista de reconocido prestigio, Luis del Olmo, acusa a su administrador de toda la vida de engañarlo y arruinarlo económicamente. En la otra noticia, la ex tenista Arantxa Sánchez Vicario, ganadora entres otros del prestigioso torneo Roland Garros, acusa veladamente a sus propios Padres de dejarla poco menos que en cueros, y hasta lo manifestó públicamente en un libro.

            Pero al margen de ser ciertas o no semejantes afirmaciones que, dicho de paso, me importa bien poco, lo que subyace en el fondo es la miseria humana llevada hasta las últimas consecuencias; y es más, me atrevo a preguntar en voz alta: ¿Quiénes de Vds. no sufrió alguna vez una puñalada trapera? ¿ Quizás cuando confió demasiado en su abogado,  al que además consideró su amigo, y éste le defraudó haciéndole perder un juicio-que no el juicio-, y consecuentemente su dinero?; ¿Tal vez la de un jefe de su empresa que no le prestó la ayuda necesaria en el momento que más lo necesitaba?; ¿También puede que su banco o caja de toda la vida le haya engañado vendiéndole un producto que Vd. creía seguro, y ahora al intentar recuperar su dinero se encuentra con que no puede, porque lo que le mal vendieron en su día fue un producto complejo de difícil reintegro?.

            Para todas estas adversidades no hay lección ni consejo posibles, porque es de humanos confiar en las personas, y más aún en las de tu propia familia. No puedes prever las puñaladas traperas que te pueda deparar la vida, so pena de vivir en una constante incertidumbre y desconfiar hasta de tu propia sombra.

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