ES UNA CUESTIÓN DE NÚMEROS
¿Cuántos han participado: cincuenta mil, doscientos mil,
medio millón, arriba o abajo? Siempre sucede lo mismo el día después-incluso el
mismo día- de las manifestaciones. Los analistas, los opinantes, los sociólogos
asépticos y mediáticos, los de una u otra tendencia política, echan mano de sus
argumentos y ciencia infusa para calcular aproximada o exactamente el número de
personas que han asistido a una manifestación, y hasta te lo retransmiten en
directo. Nunca aciertan. De todos ellos se sirven los políticos y autoridades,
por supuesto, y dejan que aquéllos les hagan el trabajo sucio, puesto que hay
cosas más importantes en las qué pensar, argumentan y con razón en este caso.
Hace poco
cerró una empresa española especializada en contar exactamente el número de
manifestantes habidos en una concentración o manifestación ciudadanas. Mediante
unos parámetros medibles, reales y demostrables científicamente podían
calcular, sin ningún margen de error, si en
esta o aquella había ocho mil doscientos tres, o cincuenta mil doscientas
veinticinco personas; ni una más, ni una
menos.
No me
extraña que haya echado el cierre esta empresa. Primero, porque es-era-española
y no anglosajona o alemana, que siempre se le concede una halo de credibilidad
diferente a las nuestras. Segundo, porque en este País las personas –físicas o
jurídicas-de ciencia, y también las de letras, sencillamente no interesan,
estorban a nuestros políticos; son incómodas. Y la tercera, porque: ¿De qué
vivirían entonces todos aquellos analistas, opinantes, contertulios, etc. que
pueblan nuestros medios de comunicación y que pueden echar, no horas, sino días
enteros analizando, desmenuzando, y hasta contando cuántas calvas, bisoñés o
pelucas había exactamente en la manifestación, para el regocijo de unos y el cabreo de muchos lectores, escuchantes o
televidentes, como si se tratase de un programa de El Gran Hermano?
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